Tiempo
de Historia nació de una previa idea editorial
con el objeto de que Triunfo consiguiera,
a través de una publicación filial, la manera de informar
de dos temas muy unidos a la misma esencia de la revista: la II
República y la Guerra Civil.
Muy pronto el nuevo mensual superó la subordinación
inicial para adquirir una rigurosa personalidad propia como referente
de indiscutida solvencia al abarcar en su contenido no sólo
una muy amplia y variada compilación de temas históricos
de todas las épocas y lugares, sino dedicando muy especial
atención a los testimonios personales, característica
que le diferenció profundamente de otras publicaciones similares
por su contundente relevancia a la hora de esclarecer los abundantes
equívocos surgidos sobre hechos indiscutibles de la historia
reciente.
En Tiempo de Historia publicaron sus trabajos
más de cuatrocientos expertos sobre los muchos temas de todo
género que la revista abordó, incluidos los testigos
que protagonizaron o presenciaron los acontecimientos ocurridos.
Sería imposible por obvias razones citar individualmente
sus nombres como lo merecieron. Afortunadamente, tan espléndido
trabajo ya no se perderá en el olvido sino que, gracias a
la versión digital que sigue a estas líneas, Tiempo
de Historia perdurará en el tiempo para que
investigadores y estudiosos del futuro sepan de su importante valor
histórico y testimonial.
Por su significación y en nombre de los que hicieron la revista,
éste es el lugar adecuado para ceder la palabra a su director,
el inolvidable Eduardo Haro Tecglen, reproduciendo su “Adiós
a todos” publicado en el postrer número: «Este
número especial es el último de “Tiempo
de Historia”. Nuestra revista comenzó a publicarse
en diciembre de 1974; termina en julio de 1982. Explicamos entonces
nuestro propósito de relatar unos hechos que hasta entonces
habían sido tergiversados, manipulados, deliberadamente utilizados
para sostener una determinada política; y el de aportar testimonios
personales, relatos de testigos, análisis de nuestra más
reciente etapa –la guerra civil, sus antecedentes, sus consecuencias-,
completados por los de otros tiempos y otros países. No garantizábamos
que fuese posible toda la objetividad y la falta de prejuicios que
deseábamos porque en primer lugar estaba nuestro deseo de
humanizar la Historia, y hasta de personalizarla en sus protagonistas.
Quizá esta misión se ha agotado en sí misma,
al cabo de casi nueve años. [...] Decimos, por lo tanto,
adiós: no sin dolor. Llegar a este final quizá sea,
también, la última lección que nos da la Historia.
Quede aquí nuestra gratitud para quienes nos han leído
a lo largo de estos años, para los que se han mantenido como
tales hasta el último momento y para nuestros colaboradores;
ellos han hecho posible, con sus trabajos, que lo que nos habíamos
propuesto al principio haya podido ser una realidad».
Si refiriéndome a Triunfo Digital
destaqué la importancia de la valiosa colaboración
prestada por Severiano Hernández, pecaría de injusto
si al presentar Tiempo de Historia no
reseñara la notable labor llevada a cabo por el propio Severiano
en el proceso de digitalización de la revista, realmente
fascinado por la calidad de su contenido.
José Ángel Ezcurra
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